Indaguemos en nuestras costumbres

Hilos invisibles: la tradición que late en silencio
Lo material y lo simbólico se entretejen en la identidad canaria como un tejido vivo, hecho de memoria, gesto y territorio.
La tradición canaria no solo se manifiesta en objetos físicos como los trajes, los telares o los instrumentos musicales. También vive en lo intangible: en los gestos cotidianos, los silencios, los cuentos populares, los rituales del campo y la forma de habitar el territorio.
Desde una mirada artística, estas costumbres son una coreografía invisible que se transmite de generación en generación. Los telares, por ejemplo, no solo entrelazan hilos, sino también memorias y emociones. Vestirse con ropa tradicional no es solo vestir, es encarnar una historia colectiva.
Lo invisible en Canarias está en el olor del gofio, en las palabras heredadas, en los sonidos del viento entre los barrancos. Es un patrimonio sensorial, emocional y espiritual. Y en el arte contemporáneo, muchas creadoras lo rescatan mezclando técnicas ancestrales con lenguajes actuales: textiles, performance, videoarte, instalación.
Así, la tradición se convierte en materia viva, no estática, sino en constante transformación. Es un legado que no se ve del todo, pero que se siente: como la lava bajo la tierra, esperando siempre su momento para brotar.
Paisaje sonoro: la música como eco del alma isleña
Entre isas, timples y folías, la tradición sonora de Canarias pulsa como una herida dulce que conecta cuerpos, tierra y emoción.
La música tradicional de Canarias —isas, folías, malagueñas— no es solo melodía: es memoria viva que vibra, como el eco suave de un volcán que nunca duerme. El timple, pequeño pero poderoso, pulsa como un corazón colectivo en cada celebración.
Estas canciones hablan del mar, del amor y del campo, pero también de pertenencia y resistencia. Son atmósferas sonoras, verdaderos mapas emocionales que conectan a las personas con su paisaje y su historia.
Desde el arte, estos sonidos pueden expandirse: muchos creadores graban el viento de los barrancos, el canto de los ancianos, o mezclan lo tradicional con electrónica, creando puentes entre el ayer y el mañana. Así, la música canaria se transforma en paisaje sonoro, en acto poético, en archivo sensible.
